«Puedes llevar un caballo al agua, pero no puedes obligarlo a beber.»
Un proverbio clásico.
Es decir, tu trabajo (como vendedor) no es hacer que el caballo beba.
Tu trabajo es hacer que tenga sed.
Y dirigirle al agua.
Que tus clientes quieran tu producto por lo que puede hacer por ellos (solucionar su problema, su sed)
Por lo demás, tu clientes no son caballos.
Aunque algunos sean testarudos. 😂
Por mucho que tires de la cuerda, el que decide al final es él.
El cliente compra cuando quiere, cuando está listo para comprar.
Cuando está convencido de que dicha transacción le beneficia.
Cuando tiene claro las ventajas que obtiene.
Y ahí debe estar el vendedor para ayudarle en eso.
Para hacerle claras y obvias dichas ventajas.
Sobre todo las diferenciales respecto a tu competencia.
Y para que perciba de forma relevante los beneficios de tu solución o producto y tu propuesta de valor.
No vendas, ayuda a comprar.
¿Puedo hacer algo para ayudarle?
Sí, puedes hacer muchas cosas al respecto. Aquí tienes las más importantes.

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